sábado, 9 de noviembre de 2019

Sahara marroquí


Sin duda el inicio parte de Ouarzazate (en berever “sin ruido”) al sur del Alto Atlas la puerta de entrada y salida del Sahara en sus inicios zona de paso y estancia de las caravanas, a donde llegamos por carretera, por la impresionante carretera que atraviesa el Alto Atlas, sobre todo por el paso de T´Zi N´Tichka de 2260 metros, ya en Ouarzazate, la que los marroquíes quieren denominar como el Hollywood africano y con cierta razón, lugar de famosos rodajes, como Gladiator, los Diez Mandamientos, Cleopatra o como algún capítulo de la serie Juego de Tronos (bueno, esta serie se ha rodado ya en medio mundo) tiene unos estudios visitables Atlas Studios,  a 1150 metros de altura.

En las cercanías de Ouarzazate una de las mayores plantas de energía termosolar que ha sido construida por empresas españolas.

Así que, desde Ouarzazate, la visita a la Kasbah de Ait Ben Haddou, quizá una de las mejor conservadas de Marruecos y, también, Patrimonio de la Humanidad y, desde allí, para ir entrando en calor, un corto trekking de ocho kilómetros por el valle del río Ounila, yo lo hubiese alargado, de vuelta hasta la ciudad de Ouarzazate, pero bueno, se podría hacer de noche.

Enfrente de los estudios, saliendo de Ouarzazate, una suave caminata por el valle palmeral y la actividad sigue por la Kasbah de Taourirt, la mayor de Marruecos, las kasbahs y los ksar son antiguas fortalezas o castillos medievales construidas con adobe y barro con torres que servían para la defensa, rodeadas de palmerales que se constituían en grandes comunidades bereveres agrarias.

Y ya, después de pasar el llamado Anti Atlas, llegamos al impresionante y mágico Valle del Draa, quizá el más extenso y productivo del sur de Marruecos, con sus enormes plantaciones de palmeras, de higueras, de granadas. Una sucesión de palmerales, kasbahs y aldeas bereveres entre Agdz y Zagora con el monte Tajín de fondo, el Draa río que nace del Alto Atlas.

El recorrido termina en la laberíntica Kasbah de Tamgounelt con todas sus casas conectadas entre sí para hacer que las calles no reciban el calor del sol y el Ksar, en un promontorio muy panorámico, también con la montaña Tajín al fondo.

En Merzouga (Erg Chebbi, Erg significa extensión de dunas móviles), donde se encuentra el típico y tópico campamento de jaimas bereveres, que tienen hasta baño y fiesta nocturna hasta ya entrada la noche, instalado en las dunas del desierto de Merzouga paisaje mágico bajo el sol, dunas que cambian de color, del rosa al dorado o al rojo según la hora del día, a ver, no es más que un hotel de telas, que hasta tiene alfombras encima de la arena del desierto y cuyo mérito fundamental es contemplar el atardecer y, por la noche, gracias a un cielo sin contaminación lumínica, poder contemplar las estrellas.

Siguiendo por el desierto de Merzouga, con dunas que, en algunos casos sobrepasan el centenar de metros de altura, después del tipismo del “paseo” en camellos llegamos al poblado de Hassi Labied un antiguo centro de comercio de caravanas, con la particularidad de tener un palmeral que está creado y cuidado por sus habitantes y que se mantiene por las aguas que fluyen de debajo de las dunas.

El poblado de los negros, Khemliya, conocido así por estar habitado por los antiguos esclavos Gnawa, bueno tienen el tipismo de sus cánticos mientras te tomas un té magrebí y una típica pizza berever.

Otro tipismo más consiste en la subida a la Gran Duna de Merzouga a lomos de un dromedario y contemplar el anochecer.

La fascinante ciudad de Rissani en el valle de Tafilalt, que fue la primera ciudad imperial de Marruecos, con un impresionante y muy turístico mercado diario,

merece la pena contemplar la puerta de entrada a la ciudad.

Las impresionantes y profundas gargantas rocosas del Toldra, con sus impresionantes barrancos de hasta 300 metros de paredes, aquí se encuentran las mejoras zonas de escalada en roca de Marruecos, para llegar a ellas ocho kilómetros de pateada, con 490 metros de desnivel tanto positivo como negativo, merece la pena visitar también la Pequeña Garganta saliendo y volviendo desde/hasta el pueblo de Togcha.

Tinerhir, a quince kilómetros de la Garganta del Todra, desde donde damos un sencillo paseo por el Palmeral de Skoura, con más de 700.000 palmeras, plantado en el siglo XII por el sultán almohade Yaqub-al-Mansur, el contraste del verdor dentro de la árida meseta que es el bajo valle del Qued Dades, para ir después a la Kasbah Amridil, quizá la mejor conservada del sur del Atlas.

El valle del Imlil, donde ya pase una noche, en la ciudad de Imlil, paso obligado para subir al famoso Toubkal, valle por el que se atraviesa por varias aldeas bereveres.



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