sábado, 23 de mayo de 2009

Chamonix


Cuando crees estar acercándote a Chamonix, aún en la autopista, de repente, frente a ti, la silueta del Mont Blanc y enseguida un área de descanso, la primera vez que vas a Chamonix te paras sí o sí a contemplar esa enormidad de montaña. Y es ahí donde ya empiezas a respirar ambiente montañero, la llegada a Chamonix no hace sino confirmar las primeras expectativas, la ciudad no es que esté rodeada de montañas y glaciares a ambos lados es que todo en ella induce a pensar en montaña, es la base desde donde salen las ascensiones al Mont Blanc, es donde nacio el alpinismo y Chamonix, en Europa, es la capital de esta preciosa actividad.

Está llena de montañeros, llena de tiendas de material de montaña, de restaurantes donde se escucha la actividad hecha en el día o la que se intentará acometer mañana, con estatuas y fotos dedicadas a los pioneros de este deporte, sitios donde acceder a los mejores y mas fiables partes meteorológicos, una ciudad en sí que vive por y para la montaña.

Era mi meta ascender el Mont Blanc, pero antes tenía que entrenar y conocerlo y claro mi primera idea fue la de ir al glaciar de Mer de Glace, opción que procuro repetir cada vez que voy y siempre lo hago subiendo andando hasta Montenvers, una buena caminata, en algunos casos muy paralela al tren que hace el mismo recorrido, pero siempre lo preferiré andando, viendo enfrente toda la zona de Le Brévent y de la Flégère, viendo cada vez mas abajo Chamonix, y todo ello por un camino frondoso, espectacular, con muchas variantes como la que te conduce a Plan de L´Aiguille, llegar a donde los turistas lo hacen con el tren y, enseguida desaparecer de ellos cuando bajas las verticalísimas escaleras que te conducen hasta el glaciar, caminar por encima

de él tanto con crampones como sin ellos, practicar en sus grietas, en suma disfrutar del hielo.

O subir en el telecabina que nos deja en la Aiguille de Midi a sus 3842 metros (ojo la subida en veinte minutos desde 1000 metros hasta 3842 puede provocar mal de altura), y asomarte por primera vez a la arista que conduce hasta el refugio de los Cósmicos y pensar, yo por ahí no, no y no, pero al final bajas, la primera vez temblando y las siguientes con toda la precaución del mundo.

Caminar por la nieve y el hielo desde la Aiguille de Midi hasta el Helbronner en la zona italiana recorriendo sus glaciares y dejando a un lado el Mont Blanc de Tacul, el Mont Maudit y sus innumerables y grandiosas grietas, la Brenva y al otro lado el Dent del Géant y su glaciar, en fin disfrutar del encanto de los Alpes, no sólo subiendo el Mont Blanc.


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