Compré hace tiempo una colección
de pequeños libros que se repartieron con El País, son guías de ciudades
europeas a recorrer en 48 horas, son fenomenales, esta vez me ha tocado una
escapada por Lisboa, esa ciudad a la que quien la visita vuelve una y otra vez
y en la que siempre se descubre algo nuevo, y alrededores, bien, han sido más
de 48 horas, pero he vuelto a recorrer tanto Lisboa, como Sintra, como Cascais,
como Estoril o como Setúbal.
Lisboa, en la que para disfrutarla
hay que hacerlo a pie, o en alguno de sus vetustuos tranvías, a pie en
constante sube y baja debido a su orografía, es una ciudad situada entre siete
colinas en la desembocadura del Tajo, irremediablemente hay que subir cuestas y
escaleras empinadas constantemente para encontrarse con miradores con vistas
excepcionales.
Mucha lluvia, muy mal tiempo,
pero aún así, ha merecido la pena y las cenas en los sitios más típicos del
Baixa o en el famoso Ramiro han merecido la pena.
Comencé el recorrido, como no, en
su famosa plaza del Comercio, también conocida por los Lisboetas como Terreiro
do Paço, punto de arranque tanto de día como de noche, con sus típicos
tranvías, saliendo de la plaza por el Arco del Triunfo entramos en Rua Augusta
para acceder al barrio de Baixa, por donde, enseguida llegamos a la calle Santa
Justa con su espectacular elevador al barrio de Chiado, se sigue hasta la plaza
de Figueira, un cafetito en la terraza del café Nicola y siguiendo a la
adyacente plaza Rossio entrando en la estación de ferrocarril con sus dos
sorprendentes puertas en forma de herradura, a la salida por la parte superior
se llega a la plaza Carmo con su iglesia en restauración, al lado, la parte
alta del elevador de Santa Justa, un fantástico mirador hacia la ciudad, hacia
el castillo de San Jorge y hacia el estuario del Tajo.
Desde aquí, lo normal es bajar
hacia Chiado, pero mejor un descanso, mañana se hará y cambio de dirección, me
voy hacia la Plaza Restauradores y la Avenida Liberdade, una continuación de la
plaza hasta llegar a la plaza Marqués de Pombal y subir el parque Eduardo VII
con unas inmejorables vistas de la ciudad desde su parte superior.
Bajada por la avenida Liberdade
para llegar a la plaza Alegría, paso obligado antes de entrar en el Jardín
Botánico, ¡que variedad de palmeras!, seguir el paseo hasta la Plaza Príncipe
Real, bajar por la Rua de Don Pedro V hasta llegar al Mirador de San Pedro con
buenas vistas hacia el Castillo de San Jorge y el estuario del Tajo y desde
aquí bajar hasta la Plaza Chiado con una visita a la Iglesia de San Roque,
espectacular su interior, ya en la Plaza Chiado, a su izquierda sale la Rua
Garret ( que tiene a su derecha el Teatro Nacional de San Carlos y el
Ayuntamiento) con el café A Brasileira tan tradicional en Lisboa como pudiera
serlo el Café Gijón en Madrid, cafetito y final del día turístico, por la noche
aperitivito y cena en Alfama, ese espectacular bacalao.
El segundo día se inicia donde
termina el primero, en la plaza Chiado que da nombre al barrio Chiado, de
camino por la calle Loreto, típica de Lisboa con sus tranvías, hacia San Bento
, desde aquí hacia la Basílica de Estrela y su jardín, bajada hacia el jardín
Necesidades y su palacio con sus vistas hacia el puente 25 de Abril sobre el
Tajo, recorrido costero por la Avenida 24 Julio hasta llegar a la plaza
Comercio y seguidamente, por la costa, dejando a la derecha la Estación
Marítima, vemos la Casa dos Bicos, por las callejuelas detrás suyo, ya en el
Barrio de Alfama, la subida a la Catedral de Sé, las vistas desde el Mirador de
Santa Luzia, el atestado de turistas Castillo de San Jorge, el Mirador de Graça,
pero sobre todo el recorrido por sus callejones y escalinatas, sus barecitos
donde tomar el aperitivo o donde comer un tentempie, desde allí en taxi hacia
el Parque de las Naciones y cuidado, igual es una costumbre entre los taxistas
de Lisboa, que casualidad, dos, ninguno tenía cambio al final del trayecto y,
además, después de una discusión para que solucionasen su problema, ambos se
equivocaron en el cambio, dándome de menos, bueno, anécdotas nada más.
Pero el Campo de las Naciones
lisboeta merece la pena por ver como se ha aprovechado la estructura de una
Expo para hacer un magnifico barrio residencial y, cómo no, la vista del
mastodóntico puente de Vasco de Gama.
Otro día más para visitar Cascais
y la zona de la Boca del Infierno, unos espectaculares acantilados, después de
Cascais, Estoril, bueno es una zona residencial de playa como otras, y el día
termina en Sintra, primer error, mejor ir en el tren de cercanías que sale
desde Lisboa a Sintra, fui en coche y es un horror, no hay aparcamientos libres
y los ¿vigilados? te permiten un máximo
de dos horas, con lo que la tensión de volver te impide disfrutar de la ciudad,
de subir andando hasta el Castelo y el Palacio Da Pena, tuve que bajar
corriendo, no puedes comer tranquilo, bueno, aún así, merece la pena.
Último día en Setubal y vuelta a
España.