domingo, 24 de noviembre de 2019

Saltos del Nervión y cascada del Gujuli


Vitoria, un buen fin de semana con distintas opciones, además de disfrutar de la ciudad, o zona de montañas, como cuando subí al Aitxuri en el proyecto del Pico más Alto de Cada Comunidad, o a visitar cascadas, o mejor dicho zonas de cascadas, en las cercanías de Vitoria, en esta ocasión con el Monumento Natural de Santiago, el Salto del Nervión (Río Délika) y la Cascada del Gujuli o Goiuri (río Oiardo).

Mi primer destino en esta ocasión, ha sido el Salto del Nervión, por la carretera A2625 desde Miranda de Ebro, en dirección al pueblo de Orduña y, poco antes de llegar al puerto, hacia la derecha, perfectamente indicado, la zona de acceso del Monte de Santiago, a poco de pasar el pueblo de Berberana, justo en el borde entre las provincias de Álava, Vizcaya y Burgos, un primer aparcamiento, junto a la carretera, es más cómodo seguir por la pista forestal denominada como PR-BU-49 unos kilómetros, hay un primer aparcamiento ya en la pista en el que no aparco, sigo y, en la zona del último aparcamiento, a unos nueve kilómetros y medio de la carretera, ya no se puede seguir más con los coches, lo dejo y sigo andando, en la misma zona de los aparcamientos varias sendas bien indicadas, el centro de interpretación de la zona y la pista que sale hacia el Salto del Nervión, ya en zona alavesa, a un poco más de dos kilómetros después de dejar el coche, lo primero que nos encontramos a pocos metros del centro de interpretación es el llamado monumento a Santiago con las ruinas del Monasterio de Langériz, consistente en unas ruinas a la izquierda de la pista forestal y, ya casi al final de la misma, la zona de La Lobera de Santiago, un sitio interesante y que se trata de unos muretes de piedra que van haciendo una especie de embudo y que, en medio kilómetro más o menos termina en una especie de foso donde caían los lobos acosados, hay una serie de estatuas que semejan el tipo de caza.

Pasamos la zona de La Lobera, sigue la pista, ya hemos salido de la zona boscosa, enfrente el barranco del Nervión, llegamos al mirador encima del pozo del salto, en esta ocasión no hay agua, hablo con el encargado del centro de información que me indica que no es frecuente el que haya agua, la zona freática es muy corta, no más de veinte kilómetros, y el tipo de roca muy porosa hacen que el agua de lluvia se vaya en pocos días después de épocas de lluvia, pero eso sí, cuando lo consigues ver es espectacular, en cualquier caso la zona merece la pena, es un salto espectacular con una caída de más de 220 metros hacia el llamado Hoyo Nuevo, la de más desnivel de España.

Me voy a comer a Orduña, a 275 metros de altura, bajando por el puerto del mismo nombre de 900 metros con unas curvas y unas vistas espectaculares y después por la carretera A2521 que sale de Orduña hacia Vitoria, subiendo el puerto de La Barrerilla de 645 metros, en unos catorce kilómetros, en la carretera que va de Orduña a Murguía, unos 30 kilómetros antes de Vitoria, se encuentra el pueblo de Gujuli y dejamos el coche en una zona de aparcamiento junto a la cascada, andamos cerca de un cuarto de hora por un camino fácil y bien marcado hasta un mirador enfrente de la cascada.

Una cascada que, como muchas otras, cuenta con su tópica y típica leyenda.






sábado, 9 de noviembre de 2019

Sahara marroquí


Sin duda el inicio parte de Ouarzazate (en berever “sin ruido”) al sur del Alto Atlas la puerta de entrada y salida del Sahara en sus inicios zona de paso y estancia de las caravanas, a donde llegamos por carretera, por la impresionante carretera que atraviesa el Alto Atlas, sobre todo por el paso de T´Zi N´Tichka de 2260 metros, ya en Ouarzazate, la que los marroquíes quieren denominar como el Hollywood africano y con cierta razón, lugar de famosos rodajes, como Gladiator, los Diez Mandamientos, Cleopatra o como algún capítulo de la serie Juego de Tronos (bueno, esta serie se ha rodado ya en medio mundo) tiene unos estudios visitables Atlas Studios,  a 1150 metros de altura.

En las cercanías de Ouarzazate una de las mayores plantas de energía termosolar que ha sido construida por empresas españolas.

Así que, desde Ouarzazate, la visita a la Kasbah de Ait Ben Haddou, quizá una de las mejor conservadas de Marruecos y, también, Patrimonio de la Humanidad y, desde allí, para ir entrando en calor, un corto trekking de ocho kilómetros por el valle del río Ounila, yo lo hubiese alargado, de vuelta hasta la ciudad de Ouarzazate, pero bueno, se podría hacer de noche.

Enfrente de los estudios, saliendo de Ouarzazate, una suave caminata por el valle palmeral y la actividad sigue por la Kasbah de Taourirt, la mayor de Marruecos, las kasbahs y los ksar son antiguas fortalezas o castillos medievales construidas con adobe y barro con torres que servían para la defensa, rodeadas de palmerales que se constituían en grandes comunidades bereveres agrarias.

Y ya, después de pasar el llamado Anti Atlas, llegamos al impresionante y mágico Valle del Draa, quizá el más extenso y productivo del sur de Marruecos, con sus enormes plantaciones de palmeras, de higueras, de granadas. Una sucesión de palmerales, kasbahs y aldeas bereveres entre Agdz y Zagora con el monte Tajín de fondo, el Draa río que nace del Alto Atlas.

El recorrido termina en la laberíntica Kasbah de Tamgounelt con todas sus casas conectadas entre sí para hacer que las calles no reciban el calor del sol y el Ksar, en un promontorio muy panorámico, también con la montaña Tajín al fondo.

En Merzouga (Erg Chebbi, Erg significa extensión de dunas móviles), donde se encuentra el típico y tópico campamento de jaimas bereveres, que tienen hasta baño y fiesta nocturna hasta ya entrada la noche, instalado en las dunas del desierto de Merzouga paisaje mágico bajo el sol, dunas que cambian de color, del rosa al dorado o al rojo según la hora del día, a ver, no es más que un hotel de telas, que hasta tiene alfombras encima de la arena del desierto y cuyo mérito fundamental es contemplar el atardecer y, por la noche, gracias a un cielo sin contaminación lumínica, poder contemplar las estrellas.

Siguiendo por el desierto de Merzouga, con dunas que, en algunos casos sobrepasan el centenar de metros de altura, después del tipismo del “paseo” en camellos llegamos al poblado de Hassi Labied un antiguo centro de comercio de caravanas, con la particularidad de tener un palmeral que está creado y cuidado por sus habitantes y que se mantiene por las aguas que fluyen de debajo de las dunas.

El poblado de los negros, Khemliya, conocido así por estar habitado por los antiguos esclavos Gnawa, bueno tienen el tipismo de sus cánticos mientras te tomas un té magrebí y una típica pizza berever.

Otro tipismo más consiste en la subida a la Gran Duna de Merzouga a lomos de un dromedario y contemplar el anochecer.

La fascinante ciudad de Rissani en el valle de Tafilalt, que fue la primera ciudad imperial de Marruecos, con un impresionante y muy turístico mercado diario,

merece la pena contemplar la puerta de entrada a la ciudad.

Las impresionantes y profundas gargantas rocosas del Toldra, con sus impresionantes barrancos de hasta 300 metros de paredes, aquí se encuentran las mejoras zonas de escalada en roca de Marruecos, para llegar a ellas ocho kilómetros de pateada, con 490 metros de desnivel tanto positivo como negativo, merece la pena visitar también la Pequeña Garganta saliendo y volviendo desde/hasta el pueblo de Togcha.

Tinerhir, a quince kilómetros de la Garganta del Todra, desde donde damos un sencillo paseo por el Palmeral de Skoura, con más de 700.000 palmeras, plantado en el siglo XII por el sultán almohade Yaqub-al-Mansur, el contraste del verdor dentro de la árida meseta que es el bajo valle del Qued Dades, para ir después a la Kasbah Amridil, quizá la mejor conservada del sur del Atlas.

El valle del Imlil, donde ya pase una noche, en la ciudad de Imlil, paso obligado para subir al famoso Toubkal, valle por el que se atraviesa por varias aldeas bereveres.



martes, 5 de noviembre de 2019

Marrakech


La ciudad roja, todas sus construcciones en terracota, 1.200.o000 habitantes, siempre ha sido una ciudad de paso hacia otras actividades, primero en la subida al Toubkal, años después me ha servido también como punto de inicio y final en un precioso recorrido por el Desierto del Sahara ().

Una ciudad en el que toda su actividad parte, termina o se ve participada por la famosa plaza de Jemaa el Fnaa (“reunión de los muertos”), plaza que ha sido declarada Patrimonio de la Unesco, que merece la pena visitar sobre todo al atardecer cuando se convierte en un hervidero de gentes y rodeada de la antigua Medina, 650 hectáreas, con sus callejuelas con todo tipo de tiendas, sobre todo con los típicos artesanos curtidores del cuero y con los zocos en la zona norte que se merecen al menos una tarde entera de pateo.

En mi primer viaje a Marraquech dormí, bueno dormir es un decir, en el famoso entre los mochileros, hotel Alí junto a la plaza de Jemaa el Fnaa y como no, los paseos por la plaza viendo a los contadores de cuentos, a los encantadores de serpientes y, por supuesto, cenar algún pincho de cordero o algún plato de cuscús.

Empecé la visita a la Medina por una de las diez puertas de la antigua muralla, la histórica puerta de granito azul de Bab Agnaou, caminando por la Kasbah, merece la pena visitar  las tumbas Saadies con tres grupos, las tumbas infantiles, son sólo las lápidas externas, el pabellón femenino y la sala de los reyes, con unos artesonados magníficos, paseos hasta llegar al café de El Badii, junto a las ruinas del palacio del mismo nombre (el incomparable, inspirado en la Alhambra de Granada) y donde tomar mi primer té a la menta de la visita, seguida de paseo alrededor del Palacio Real (Dar El Makhzen), después La Mellah, el gueto judío, una ciudad en sí misma, la Sinagoga de Lazama y, claro, un paseo por los zocos de la Medina.

Como no, con la Mezquita de la Koutoubia del siglo XII

y su espectacular minarete de 77 metros de altura que lo hermana con la Giralda de Sevilla y junto a la Koutoubia hay que ver la tumba de Fátima Zohra

Merece la pena la visita a El Palacio de Bahía, con sus más de tres hectáreas de jardines, pero sobre todo con sus techos y sus artesonados.

Como no, también, a partir de las once de mañana la entrada es libre para visitar el famoso hotel de La Mamounia y sus jardines.

Y ya, de paseo por jardines, espectacular el Jardín de La Menara con sus cien hectáreas, con su inmenso estanque del siglo XII y con sus cerca de diez hectáreas de palmeral.

Si nuestro tiempo nos lo permite, en mi primer viaje si lo tuve, merece la pena adentrarnos en  el Marraquech moderno, fuera de las murallas del antiguo y de su Medina, donde todo gira alrededor de la Avenida Mohammed V.