Tres horas y media escasas desde Madrid hasta Cervera de Pisuerga, desde allí, en poco más de veinte minutos a a Triollo, por la llamada carretera de los pantanos, la base para casi todas las ascensiones en la montaña palentina.
Decisión, hoy el Curavacas, venía pensando en el Espigüete, pero voy solo, así que, a por el Curavacas.
Nada más entrar en Triollo está el puente sobre el río Carrión, hacia mi derecha sale la carretera hacia el cercano pueblo de Vidrieros a 1330 metros de altitud, en tres kilómetros he llegado a la placita del pequeño pueblo, allí aparco el coche y, a mi izquierda, veo la calle Chica por donde inicio la ruta, inmediatamente giro a la izquierda y la calle se convierte en una pista.
Medio kilómetro por la pista, llego a un pequeño puente encima de un arroyo y giro a la derecha, hay un hito y una piedra más grandecita donde se indica la subida hacia el Curavacas, que ya aparece a la vista.
Continúo por la pista, cada vez más angosta y empinada, cruzo dos puertas metálicas, la segunda de ellas en otro cuarto de hora, con el camino estrechándose cada vez más, ya es un sendero que va ascendiendo por la margen derecha del arroyo Cabriles, en otros veinte minutos estoy en una zona de prados, el camino es muy evidente y, además, hay hitos de vez en cuando que me lo señalan.
Cuando llevo, más o menos, tres cuartos de hora de caminata, a 1600 metros de altura, cruzo el arroyo Cabriles y sigo el sendero, más angosto aún entre los matorrales y, poco a poco, según se despeja el camino me voy metiendo en una pedrera muy descompuesta, por aquí si que hay bastantes hitos que, aunque el objetivo, arriba, se ve evidente, conviene no perder, ya que la pedrera, muy descompuesta y empinada es de las que, en la subida, un pasito p´alante y otro p´atrás, eso sí, esta pedrera en la bajada es fenomenal para bajar rápido clavando tacón.
En hora y tres cuartos llego al principio del Callejón Grande, los hitos me pegan a la derecha del espolón rocoso, por donde, en ocasiones el camino es más cómodo. La subida por aquí es bastante empinada.
En otra media hora, el sendero cruza hacia la izquierda, dejando arriba el collado que está a la derecha del llamado Diente del Oso, que dejo a mi derecha, estoy a una altura de 2380 metros y así llego, siguiendo los hitos, aquí bastante frecuentes, a la parte más alta del Callejón Grande en otros quince minutos más o menos.
A veces, aunque de manera fácil, hay que echar manos, dejo a mi derecha el Diente del Oso y por una evidente brecha, con unas vistas espectaculares hacia el norte de la Cordillera Cantábrica, un pasito un poco aéreo, pero sin dificultad alguna y giro a la iz
quierda, ya estoy en la cara norte y el viento frío me sorprende, chaqueta y a seguir.
quierda, ya estoy en la cara norte y el viento frío me sorprende, chaqueta y a seguir.
Más suave la ascensión por esta zona que en diez minutos me deja en la cima a 2525 metros de altura.
El día es frío pero está despejado, fotos, al sur la zona de los pantanos palentinos, Triollo, un poco más al oeste el Espigüete destacando de todos de manera espectacular por su color gris, al noroeste se ven perfectamente los Picos de Europa, hacia el este el Diente del Oso.
Bajada por el mismo camino donde me encuentro con un grupito valenciano y, a una de las chicas le ha caído una piedra en el brazo y se le han quitado las ganas de subir a la cima, bajada con ella y otra más que la acompaña, en agradable compañía, en unas dos horas.
En suma, el Curavacas, una ascensión sin dificultades en verano, pero que por sus pendientes, sus bajas temperaturas y la cantidad de nieve en invierno, presenta una dificultad de tipo medio, he visto alguna definición del mismo como un lobo con piel de cordero.